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El Día de la Candelaria: una tradición que perdura por su riqueza cultural

La celebración del Día de la Candelaria, cada 2 de febrero, continúa vigente gracias a su profundo arraigo cultural e identitario. Su evolución a lo largo del tiempo ha permitido que nuevas generaciones la adopten y adapten, dotándola de un carácter festivo, emotivo y comunitario, afirma María Angélica Galicia Gordillo, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

Además de su significado religioso y cultural, esta festividad tiene un impacto económico considerable. La Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, Servicios y Turismo estima que en 2025 generará una derrama económica superior a 1,500 millones de pesos a nivel nacional, impulsada por el consumo de tamales, atole y la compra de vestimenta para el Niño Jesús.

Un sincretismo de tradiciones

El origen del Día de la Candelaria radica en la fusión de celebraciones españolas con rituales mesoamericanos, un proceso que se consolidó durante la época colonial. 

En España, esta fecha marcaba la tradición de llevar velas a la iglesia para conmemorar los 40 días del nacimiento de Jesús. En Mesoamérica, coincidía con un ritual agrícola asociado al desgrane de la mazorca de maíz, explica Galicia Gordillo.

En la cosmovisión prehispánica, los cerros eran considerados contenedores de vida, y en ellos se realizaban ofrendas e incluso sacrificios humanos. Con la llegada de los evangelizadores, los frailes permitieron que los indígenas mantuvieran ciertos elementos de sus ceremonias, pero sustituyeron los sacrificios por la veneración del Niño Jesús, quien debía ser vestido y llevado al templo para iniciar la celebración de los 40 días posteriores a la Navidad.

Los tamales: del altar a la mesa

La relación entre la Rosca de Reyes y el Día de la Candelaria también es clave en esta tradición. Quienes encuentran la figura del Niño Jesús en la rosca asumen el compromiso de organizar una reunión donde los tamales son protagonistas.

Este platillo ancestral no solo es parte esencial de la festividad, sino que también coincide con el periodo en que las hojas del maíz están listas para su uso. Galicia Gordillo recuerda que el misionero franciscano Motolinia (1482-1569) aceptó la inclusión de los tamales en la celebración religiosa, señalando: “Si los indígenas veneran a los santos con todos los mimos y gracias, que se incluya la comida… ¿qué comida hay? Tamales”.

Una tradición en constante evolución

A pesar de sus raíces religiosas, el Día de la Candelaria ha perdurado porque se basa en la idea de la festividad y la convivencia, más allá del aspecto estrictamente doctrinal. 

Muchas familias mantienen la tradición de buscar “padrinos” para el Niño Jesús y organizar reuniones donde no pueden faltar los tamales.

El impacto económico de esta celebración también es notable. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 existían más de 13,000 negocios registrados dedicados a la producción y venta de tamales en México, un incremento significativo respecto a los 7,224 expendios registrados en 2017.

Así, el Día de la Candelaria sigue siendo una tradición viva, donde la fe, la historia y la gastronomía se entrelazan para fortalecer el sentido de comunidad y celebrar un legado que se reinventa año con año.

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