Tres días después de las elecciones legislativas en Estados Unidos, el control del Congreso aún está en el aire, con unos 25 escaños de la Cámara de Representantes pendientes de ser definidos. Estos resultados determinarán cuál partido controlará la Cámara Baja en los próximos dos años.
Hasta ahora, los republicanos tienen asegurados 211 escaños y los demócratas 199, según el recuento de Associated Press (AP). La mayoría necesaria para dominar la Cámara de Representantes es de 218 escaños. De los 25 escaños pendientes, 11 se encuentran en California, un estado conocido por sus procesos de escrutinio más lentos.
Además, persisten dudas sobre los resultados en el Senado, ya que los escaños de Nevada y Arizona, donde el conteo sigue en proceso, aún no tienen un ganador claro. Hasta el momento, los republicanos lideran en la Cámara Alta con 53 escaños frente a 45 para los demócratas, luego de arrebatarles cuatro escaños a sus contrincantes. De confirmarse esta ventaja, los republicanos retomarían el control del Senado tras cuatro años de dominio demócrata.
El papel de los recuentos lentos y la incertidumbre electoral
La incertidumbre en el recuento de votos no es nueva en EE.UU.; de hecho, se ha vuelto una característica frecuente en las elecciones recientes. En 2020, por ejemplo, pasaron cuatro días antes de que se declarara al ganador de las elecciones presidenciales, y en 2022 el control de la Cámara de Representantes no se definió hasta nueve días después de los comicios.
Este retraso se debe a la diversidad de sistemas electorales en cada estado, con procedimientos de conteo y verificación de votos que pueden ser complejos. En estados como California y Arizona, donde una gran parte de los votantes utiliza el voto anticipado por correo, el procesamiento es especialmente lento. Este sistema, impulsado para aumentar la participación electoral, requiere una verificación cuidadosa: la firma en cada sobre debe coincidir con la registrada en los sistemas electorales, lo cual alarga el proceso.
En el caso de California, el estado permite recibir votos por correo hasta siete días después de la jornada electoral, siempre que hayan sido enviados antes del día de las elecciones. Este margen puede hacer que el resultado final se demore aún más, sobre todo si las contiendas son ajustadas.
Otro elemento que añade incertidumbre son los “votos provisionales”, emitidos cuando existen dudas sobre el derecho del votante, como ocurre si no figura en el registro electoral. Estos votos también deben ser revisados individualmente para determinar su validez.
La prolongada espera por los resultados refleja tanto la complejidad del sistema electoral estadounidense como las altas expectativas de ambas partes por definir el futuro control del Congreso.