El ministro de Gobierno de Bolivia, Eduardo del Castillo, acusó al expresidente Evo Morales (2006-2019) de disparar contra agentes policiales y herir a uno durante un control antidrogas en la carretera del Trópico de Cochabamba.
Del Castillo calificó a Morales de “mentiroso”, afirmando que el chofer del exmandatario no se detuvo ante las señales de los policías y aumentó la velocidad.
Según el ministro, el incidente ocurrió durante la operación "Tormenta del Trópico III", una intervención antidrogas en la región de Cochabamba, donde se concentran laboratorios de cocaína y que es también un bastión político de Morales.
Alrededor de las 5 a.m., los agentes habían revisado varios vehículos sin incidentes hasta que uno no se detuvo y, desde su interior, se habrían disparado varios tiros hacia los oficiales, arrollando a uno de ellos, quien sufrió fracturas en la pierna y fue intervenido quirúrgicamente.
Del Castillo señaló que el vehículo en el que viajaba Morales logró escapar, pero posteriormente seguidores del exmandatario irrumpieron en un cuartel, sustrajeron y quemaron vehículos policiales, aparentemente para eliminar pruebas del incidente.
En contraste, Morales denunció un supuesto “intento de asesinato” y acusó al presidente Luis Arce, y a sus ministros de Gobierno, Eduardo del Castillo, y de Defensa, Edmundo Novillo, de orquestar el ataque para evitar su candidatura presidencial en 2025.
Morales asegura que los videos del ataque están “editados” y reitera que el Gobierno busca bloquear su regreso a la política activa.
El ministro Del Castillo también criticó los bloqueos de carreteras que los seguidores de Morales mantienen desde hace dos semanas en defensa del exmandatario, calificándolos como “en defensa de la pedofilia y la violación de menores”.
La Policía, según Del Castillo, está trabajando en un plan de desbloqueo, ya que los manifestantes están armados y cuentan con “francotiradores”.
Este clima de confrontación se produce en un contexto de distanciamiento entre Morales y el presidente Arce, quienes disputan el control del Movimiento al Socialismo (MAS) y del Ejecutivo boliviano.